sábado, 12 de abril de 2008

 

PRIMERA CLASE CON EL SEÑOR KEATING I

Doblegados por la acumulación de trabajo que se amontonaba sobre sus débiles hombros, los chicos entraron en la clase de literatura arrastrando los pies. Se desprendieron pesadamente del lastre de sus libros y se derrumbaron en sus pupitres.
El señor Keating, el nuevo profesisr de Letras, llevaba corbata pero se había quitado la chaqueta. Estaba sentado ante su mesa y miraba por la ventana, y no parecía haberse dado cuenta siquiera de la llegada de los alumnos.
Los chicos se instalaron y esperaro, delices de tener la oportunidad de respirar un momento y de desprenderse de la tensión de las horas precedentes. Pero como el señor Keating no se movía, siempre con la mirada fija en el horizonte, empezaron a rebullir en sus asientos, incómodos.
El señor Keating se levantó por fín, con lentitud, luego tomó una larga regla plana y empezó a recorrer los pasillos que separaban las filas de mesas. Se detuvo ante un alumno y le miró fijamente.
-¿Por qué enrojece?
Volvió a deambular al azar, mirando a los chicos a la cara con intensidad.
-¡Oh, oh!-exclamó ante Todd Anderson-. ¡Oh, oh!-exclamó en un tono distinto precipitándose hacia Neil.
Hizo sonar muchas veces la regla contra la palma de la mano antes de volver a la tarima con unas pocas zancadas.
-Tiernos cerebros juveniles-dijo entonces, con los brazos abiertos englobando a toda la clase.
Con agilidad inesperada, saltó sobre su mesa.
-¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!-declamó con voz potente-. ¿Quién sabe de dónde es este verso? Vamos, ¿nadie lo sabe?
Su mirada penetrante iba de un chico a otro. No se levantó ninguna mano.
-Pues bien, sabed, rebaño ignorante, que este verso lo escribió un tal Walt Whitman en honor de Abraham Lincoln. En esta clase podréis llamarma señor Keating o, si sois un poquitín más atrevidos, <<¡Oh, Capitán, mi Capitán>>.
Saltó de la mesa y volvió a su ir y venir dando largos pasos.
-Para acabar de antemano con los rumores que no dejarán de circular a mi costa, sepan que yo también he gastado mis calzoncillos en estos bancos hace algunos lustros y que entonces no gozaba aún de estsa personalidad carismática que ustedes tienen la alegría y la suerte de descubrir hoy. Si por ventura se les ocurriese la idea de seguir mis huellas, sepan que eso sólo puede mejorar su nota final. Tomen su manual, señores, y síganme al salón de honor de Welton.

((( TOMADO DE N.H. KLEINBAUM --- EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS)))

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]